miércoles, 31 de diciembre de 2014

A horas del 2015



Miro al año que se va desde la cima de la tarde de su último día.
No veo allí las Hazañas Prometidas, no están allí mis Grandes Cambios ni mis Grandes Decisiones. Más bien parece una larga y vacía Gran Vía.
Para mi asombro el Ego que observa parece no estar prestando demasiada atención a esa ausencia de Épicas Conquistas: ningún carruaje lleva a ningún Gabriel Victorioso y esta vez eso no parace disgutarle demasiado.
Más bien observa con detenimiento el minúsculo caminito de hormigitas laboriosas que bordea la Vía de los Grandes Carruajes Ausentes. Y ese caminito bulle vida.
Miro al año que se va desde la tarde de su último día.
El Ego se relaja sobre el hombro del Alma quién sonrie complacida: “hemos hecho un buen trabajo” se lee en su sonrisa.  

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