martes, 29 de marzo de 2011

lunes, 28 de marzo de 2011

LA RESPIRACIÓN HOLOTRÓPICA

Hace ya varios años, con mi amiga y colega Silvina Alterman, escribimos este artículo sobre la Respiración Holotrópica y la PsicologíaTranspersonal, basados en los trabajos del Dr. Stan Grof.
A los interesados en saber de qué se trata y como preludio para un nuevo Ciclo de Talleres que realizaré próximamente junto a Alberto Attias y a Lilia Gómez B., aquí va...




Una forma específica de respiración puede usarse como medio para expandir nuestra conciencia y, en un contexto adecuado, entregarnos a explorar los contenidos del inconsciente individual, colectivo y transpersonal, resultando así en una experiencia profundamente transformadora y trascendente.

Este trabajo resulta de una síntesis entre la moderna investigación de la conciencia y conocimientos ancestrales de antiguas tradiciones.

Muchas culturas aborígenes utilizaban la respiración acompañada de cánticos, danzas, tambores e ingestión de plantas sagradas, como forma de alcanzar la curación física y emocional, en el contexto de su práctica espiritual.

El Dr. Stan Grof MD. ha investigado por más de cuarenta años, el potencial curativo de los estados no ordinarios de conciencia, y en colaboración con su esposa Cristina desarrollaron este método al que denominaron Respiración Holotrópica (del griego “holos” que quiere decir “totalidad”, y “trepein”, “con movimiento hacia”).


La Respiración Holotrópica combina el uso de la respiración intensificada, música evocativa y una forma particular de trabajo corporal orientado al desbloqueo energético, en un marco de contención y cuidado que permite y apunta a la sanación física, emocional y a la apertura espiritual.


Este trabajo posibilita acceder a ricas y profundas áreas del psiquismo, registrar y resolver tensiones y bloqueos en nuestro cuerpo, recordar y elaborar situaciones traumáticas de nuestra vida, tener importantes insights (“darse cuenta”) sobre nosotros mismos y el funcionamiento de las cosas del mundo y del cosmos, reconocer energías arquetípicas y explorar las distintas dimensiones de la existencia abriéndonos a planos hasta ahora no investigados por las psicología tradicional. En fin, expandir los límites de nuestro universo personal, al mismo tiempo que aliviar los dolores de la vida, tanto en el plano físico como emocional, recuperando la sensación de sentirnos parte de un todo mayor que nos contiene y conforma.


Por el grado de intensidad, profundidad y trascendencia que se alcanza con este trabajo, es esencial un entorno seguro y contenedor que permita a la psique abrirse y entregarse a vivenciar la experiencia, por eso , cada respirador trabaja con un compañero que lo cuida durante la sesión, acompañados muy de cerca por los facilitadores (profesionales especialmente entrenados por el Dr. Grof en este método de trabajo).


La Respiración Holotrópica es un camino de autodescubrimiento y sanación que nos invita a desandar ese largo camino de divisiones que tanto dolor ha engendrado en nuestras vidas. Desandar la fragmentación, pero desandarla hacia delante. Trascenderla.


Trascender la división.


La división no está allí, entre el cuerpo y la mente, entre lo psicológico, lo corporal y lo espiritual. Entre “nosotros” y “ellos”.


La división está aquí, de este lado del mostrador. Del observador que clasifica, analiza, separa, categoriza, en fin, que trata de “entender”.


Y el entendimiento es limitado, ¡vaya si lo es!, no puede absorver porciones demasiado grandes. Lo grande lo atemoriza, y entonces se cierra, se atraganta, se contrae. Necesita pisar sobre seguro. Se siente a salvo en tierra conocida y solo desde allí se anima a ir explorando, poco a poco.


Parece que es así como funcionan las cosas. Fluctuamos entre el ansia por aprehender, por abarcar lo desconocido, y la necesidad de no soltar del todo el pedacito de baldosa sobre el que pisamos.


Con la Respiración Holotrópica proponemos un viaje de autodescubrimiento y sanación, que tiene mucho de invitación a explorar lo desconocido.


No tenemos muchas certezas acerca del viaje, más allá del puerto desde el que partimos, y nuestra experiencia de navegantes. Sabemos que hay un universo infinitamente insondable del que apenas tenemos remotos atisbos.


No solamente no tenemos todas las respuestas, sino que tal vez recién estemos empezando a formular las preguntas correctas.


Stan Grof se formuló algunas de esas preguntas allá en Praga hacia fines de los cincuenta. Como psiquiatra formado en psicoanálisis encontró que las teorías existentes no alcanzaban a explicar la profundidad y la riqueza de las experiencias que sus pacientes tenían, entonces, como un navegante que sale a explorar mares desconocidos, se lanzó a la aventura , y cada viaje le sirvió para ir desarrollando nuevos mapas. Así formuló una cartografía ampliada del psiquismo.


Ahora no solo contamos con mapas que nos sirven de guía en la exploración de lo biográfico – tal como en la psicología tradicional-, sino que contamos con mapas de las dimensiones perinatal y transpersonal.


La Respiración Holotrópica propone un viaje de exploración y autodescubrimiento, trabajar con nosotros mismos sumergiéndonos en las profundidades del psiquismo para emerger enriquecidos, tal vez “renacidos”, para vivir nuestra vida con más integridad, con mayor entereza, con más conciencia de nuestro lugar en el cosmos, en paz con nosotros mismos, con nuestros vínculos... y con la Vida.

lunes, 21 de marzo de 2011

TRIBULACIONES... continuación.


La venganza de la Vida, de las locuras engendradas en los repliegues de mi alma de potro indomable. De ameba amorfa. De gusano espástico. De murciélago ciego. De hiena hambrienta. De cachorro destetado a destiempo. De gacela juguetona. De orangután pensativo. De bestia cogiente. De foca amante. De pichón inocente.
¡No ven que me estoy descascarando impotente a jirones y a pedazos de articulaciones viejas y oxidadas que se van partiendo por mi propio peso!
Solamente siento el pulsar cada vez más fuerte de mi simiente... y ¡miedo!
El miedo a la nada. A no saber qué hacer. A no saber. El miedo eterno, el miedo conocido, disecado, comprendido. El miedo domesticado, analizado. El miedo guardián carcelero. El miedo tramposo.
El miedo. El miodo. Mi odio...
Odio estar acá contándoles de mi miedo y no saber qué hacer en lugar de odiar estar acá contándoles de mi miedo mientras la vida sucede más allá. No es cierto, como tampoco es cierto lo que una vez Fritz Perls —el gran terapeuta— le dijo a Gabrielle Roth —la gran bailarina— arrojando al mar el libro que ella leía: “¡No pierdas tu tiempo leyendo esto! ¡Yo lo escribí porque no sabía bailar como vos!”
¡Mierda! ¡Mil veces mierda!
¡No es cierto por más cierto que sea!
¿Qué quiere decir “yo lo escribí porque no sabía bailar como vos?” De pie al borde de los acantilados, Fritz le arrebató el libro y lo tiró con fuerza, bien lejos. Y los dos se quedaron mirando cómo el libro iba cayendo hasta no ser nada más que un punto y una espumita blanca, antes de hundirse para siempre en el mar.
En el fondo del mar.
“Lo escribí porque no sabía bailar como vos”, le dijo.
¡Por supuesto! Él no sabía bailar como ella. Pero no se puso a pensar que ella a lo mejor bailaba porque no sabía escribir como él.
¿Y qué hacen ustedes con su semilla latiente?
¡Porque yo estoy acá con la mía y no sé qué hacer!
¡No sé tratar con una semilla latiente!
¡Por Dios que no lo sé!

TRIBULACIONES DE UNA SEMILLA LATIENTE

(fragmento de novela inédita con el que inauguro el 2011)


¡Esto no va más! ¡Estoy seco! ¡Frío! ¡Duro! ¡Muerto! ¡Mi panza está tensa como un tumor! ¡Estoy anestesiado! ¡Insatisfecho! ¡Atrofiado! ¡Mi cabeza gigante! ¡Mi pecho escuálido! ¡Agitado! ¡Mi pecho tosedor! ¡Temblequeante! ¡Mis patitas flojas! ¡Tensa la cabeza harta de tensión! ¡Harto de mí mismo! ¡Harto de farsas, que incluso ellas están hartas de mí!
¡Me voy desarmando como un homúnculo enclenque!
¡Caigo a pedazos dentro de mi aburrimiento! ¡Encorseto la vida! ¡Aprisiono impulsos que brotan en frases muertas! ¡Tamizo! ¡Empalizo! ¡Levanto barricadas para ahogar un grito!
¡Brama el silencio de tanto que no digo!
¡Y las lágrimas que jamás he llorado invierten su recorrido! ¡Me inundan bien adentro! ¡Y mis maestros Perfección y Exigencia, que tan bien han sabido encarcelarme, se matan de risa!
Aprisionado de lecciones y palabras, encadenado a buenas intenciones, intenté ser perfecto y no pude.
¡Intenté ser perfecto!
¡De verdad lo intenté!
¡Lo intenté, madre! ¡Lo intenté, padre...! ¡Y estoy harto de intentar y de fracasar tanto!
He cumplido al pie de la letra todas las letras. Y compruebo, pero demasiado tarde, que ya no hay letras que me aguanten. Que ya no aguanto las letras. Que las letras me letrinan, me latrosigan, me latren, me lentriegan, me lentierran, me lacran.
¿Qué soy, acaso, sin las letras?
Sin las letras me voy des-hojando.
Me des-tartalo.
¿Y que hay detrás del tartalo?
¡Nada!
Nada más que una tensión que crece en la panza, un nudo en el pecho y… ¡nada!
Nada más que una semilla latiente que encierro, que tapo, aprisiono y no dejo que estalle.
¡Una semilla, un huevo latiente que pulsa como una bomba de tiempo!
Mi simiente.