SANA Y
TRANSFORMA TU RELACIÓN DE PAREJA
Nuestra pareja es nuestro principal maestro en
el camino de vida.
No solo ve nuestras luces, sino que convive día
a día con nuestras sombras.
Podemos tener muchas máscaras para salir al mundo, pero en la intimidad de una
relación se ve la madera de la que estamos hechos.
“Póngase en el lugar del
otro”, enseñan los maestros.
Hay vínculos que realmente
son importantes para nosotros y que íntimamente sabemos que necesitan ser
sanados. Poner el cuerpo, la mente y las emociones en los zapatos de la otra
persona facilita llevar luz y sanación a ese vínculo preciado.
Traspasar las fronteras
del ego que nos separa es alcanzar una verdadera comprensión del otro que, en
el mejor de los casos, se manifestará en una profunda y genuina aceptación.
El amor no es solamente un
sentimiento, no es una cualidad escurridiza que surge y se desvanece siguiendo
el ritmo de nuestra vida afectiva. El amor al que nos referimos es una práctica
de aceptación y respeto que se manifiesta en nuestros comportamientos, en la
manera en que nos relacionamos con los demás.
Como en el saludo hindú
del Namasté —que consiste en juntar las manos a la altura del pecho, inclinar
levemente la cabeza, y con ese gesto reconocer y reverenciar la dimensión
sagrada que se encuentra presente en el otro—, reconocemos a nuestra pareja
como un ser humano y no como mero instrumento para satisfacer nuestras
necesidades.
“Recordar”, del latín, re-cordis, literalmente
significa 'pasar por el corazón’.
Si se dispone a sanar una
relación, “recuerde” el Namasté. Experimentará de esta manera la dimensión más
profunda y sanadora que subyace en la esencia misma de la comunicación.
(extractos del libro “PNL. Mapas para el cambio” de Gabriel
Plachta)
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