La proliferación de técnicas cada vez más ultranovedosas de terapia, coaching y crecimiento personal me hacen acordar a la proliferación de yogures en las góndolas de los supermercados.
Como ellos, navegan por los canales del mercadeo más que abrevar en las aguas esenciales que hacen a la sanación y la evolución de la conciencia.
Como los yogures, sus envases son cada vez más vistosos, sus nombres cada vez más raros, los sabores cada vez más extravagantes… pero de yogur y de la fruta que prometen van teniendo cada vez menos.
Y no digo que no son ricos: ya confesé en un post anterior mi adicción a una espumita de limón en envase azul precioso, llena de burbjitas, con dudoso yogur y más dudoso limón.
Y no digo que no alimenten… que , vamos, algún nutriente también deben tener.
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