jueves, 22 de octubre de 2009

EVOLUCIÓN II

Hace diez años, en una sesión de respiración holotrópica, experimenté una revelación: “No voy a estudiar nada más”, me dije con una certeza que venía de lo más profundo de mi ser, “se acabaron las formaciones para mí, basta de las “nuevas escuelas”, llegó la hora de integrar”
Me di cuenta de que había pasado los veinte años anteriores de mi vida formándome profesionalmente: cinco años de universidad, tres de formación en PNL, tres en Gestalt, cuatro en Psicología Transpersonal y Respiración Holotrópica. Toneladas de libros, congresos, cursos cortos tantos que ni me acuerdo y supervisiones.
Mi revelación no era políticamente correcta: mis amigos y colegas siguieron formándose en las “nuevas” corrientes que iban apareciendo, como las Constelaciones Familiares, los modelos cognitivos conductuales, la estimulación interhemisférica y el Coaching Ontológico entre muchas otros.
¿Es que acaso me proponía dejar de evolucionar profesionalmente? ¿Estaba loco o qué?
Los diez años que siguieron fueron de profundo trabajo interior, una retirada introspectiva que cualquier psiquiatra convencional hubiese diagnosticado como “depresión”, en el medio me casé, tuve una hija preciosa y escribí dos libros.
Mi trabajo con mis pacientes alcanzó profundidades antes desconocidas por mí al tiempo que mis trucos mágicos —las técnicas psicológicas de avanzada que había aprendido— pasaron a un segundo plano.
Ya no estoy en la cresta de la ola de las nuevas modas psicológicas que año tras año siguen apareciendo, tiendo a verlas como evoluciones que navegan por los canales del marketing propio de nuestra sociedad de consumo.
Y todo está bien así como está: ellas evolucionan a su manera, mientras que yo lo hago por mi propio camino
Sigo mi caminito, eso sí, un caminito con corazón, como decía el viejo chamán yaki de Sonora en el “viejo” libro de Carlos Castaneda.

No hay comentarios: