miércoles, 21 de octubre de 2009

LOS PSICOTERAPEUTAS Y LA PNL

Mis colegas, los psicólogos clínicos, observan a la PNL con una variada gama de actitudes entre las que se incluye: la curiosidad, la sorpresa, el respeto, la desconfianza, la admiración, el rechazo,... y la indiferencia.
De hecho, sólo una pequeña parte de la comunidad psicoterapéutica se ha formado en este modelo y tiene experiencia clínica aplicándolo.
En este contexto no debiera asombrarnos que se alcen voces críticas con relación a la PNL.
Hay incluso quienes la atacan con una violencia inusitada y plantean una serie de cuestionamientos, de los cuales luego, según mi opinión, muchos otros colegas más desprevenidos se hacen eco de una manera bastante acrítica.
A la PNL se la acusa de ser manipuladora con sus clientes, de ser un enfoque superficial y poco profundo, de producir cambios poco duraderos, de favorecer la supresión de unos síntomas generando luego desplazamientos hacia otros, y de no ser más que un conjunto de trucos que a lo sumo pueden producir cambios de tipo cosmético.
Confío plenamente en que, luego de leer este libro y de experimentar con los mapas conceptuales, las prácticas y las estrategias que le presentaré, usted saque sus propias conclusiones al respecto basado en su propio criterio y experiencia.
También en el mundo de la PNL se cuestiona a la así llamada “Psicoterapia Tradicional” muchas veces con la misma violencia y falta de conocimiento con que lo hace el “otro bando”.
Se acusa a la psicoterapia por los tiempos extraordinariamente largos de los tratamientos y por lo tanto por su alto costo económico, por favorecer una excesiva e innecesaria intelectualización, por pretender imponer a los consultantes el modelo del mundo de la escuela a la que adscribe el profesional, por generar relaciones basadas en el poder y el sometimiento del paciente, y básicamente, se la cuestiona por su ineficacia terapéutica.
De este enfrentamiento ha resultado una polarización bastante estéril, y las semillas de verdad que sin duda hay en ambos grupos de cuestionamientos, han ido a parar a un suelo desertificado sin poder fructificar.
Ambos oponentes se atrincheran defensivamente en sus opiniones haciendo oídos sordos a las críticas y rigidizando aún más sus posturas.
Según mi opinión, es mucho lo que podría ganar la psicoterapia si se animara a observarse con los ojos desprejuiciados, pragmáticos y lúdicos de la PNL, y mucho saldría ganando la PNL si se atreviera a dejar atrás ese disfraz iconoclasta y rebelde y decidiera crecer en la formulación de sus bases teóricas, tal como siempre lo hizo la psicoterapia.
Es comprensible que muchos colegas psicoterapeutas no hayan visto con buenos ojos este desarrollo de la PNL y no se hayan sentido inclinados a conocer este modelo en profundidad ni a nutrirse de él.

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